NAVIDADES FORZOSAS (Pedro P. Sacristan)
Hubo una
vez un hombre tan harto de ver tantas cosas malas por el mundo, que una Navidad
deseó que todo el mundo fuera bueno y tuviera espíritu navideño. Y resultó que,
mágicamente, su deseo se vio cumplido. Cuando salió a la calle, todo el mundo
parecía feliz y nadie era capaz de hacer mal. Unos niños tiraron piedras a un
perro pero, por el aire, las piedras se convirtieron en nieve; un hombre cruzó
la calle despistado, y cuando el conductor sacó medio cuerpo por la ventanilla
para gritar algo, le dio los buenos días y le deseó felices fiestas; y hasta
una mujer rica que caminaba envuelta en su abrigo de pieles, al pasar junto a
un mendigo, cuando parecía que iba proteger aún más su bolso, lo agarró y se lo
dio lleno, con todo el dinero y las joyas.
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Molesto por
todo aquello, sin saber qué le empujaba a obrar así, empezó a comprobar que
todo el mundo tenía aquel perfecto espíritu navideño gracias a que se había
cumplido su deseo. Pero igual que él mismo, casi nadie estaba a gusto haciendo
todas aquellas justas y generosas cosas. Entonces se dio cuenta de lo injusto
que había sido su deseo: había pedido que todos mejoraran, que el mundo se
hiciera bueno, cuando él estaba realmente lejos de ser así. Durante años se
había creído bueno y justo, pero habían bastado un par de días para demostrarle
que era como todos, sólo un poco bueno, sólo un poco generoso, sólo un poco
justo... y lo peor de todo, no quería que aquello cambiase.
Hay quien
dice que todos somos como ese hombre. También hay locos que dicen que bastaría
con que un hombre cambie para cambiar el mundo. Y algunos, mis favoritos, dicen
que ya ha llegado la hora de cambiar a ese hombre sólo un poco bueno que llevamos
con nosotros a todas partes.
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![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkpy7sGzSxiNPaumxhm0QP7z-oyD9IVJkMfsrwS1rCNevP0NqCs4D7JXvcjeWN6heWOsdBt3V4k6_ht-DTDz9rl8oXP3fLrQ720d3Zuivr-s52CFb9vdwE2lix_qfR_7zrgIZbqTAInRw/s320/20070107.jpg)
En esta Navidad (y a lo largo del año) no solamente hay que darse cuenta de
las injustas realidades que nos rodean, sino que hay que acercarse a ellas y
tomar partido. Hay que reconocerlas y ponerles voz, nombre, dirección… Cada uno
debe reflexionar sobre las maneras en que puede acercarse a los que lo
necesitan. Acercarse y darles esa dignidad y esa importancia que de alguna
manera se les ha negado. Acercándonos a ellos les haremos “visibles”, aunque
todos los días nos crucemos o estemos con ellos. Porque la Navidad es de todos
y para todos. Porque todos juntos podemos conseguir que brille la luz y ser
ejemplo, con nuestros actos, para los que tenemos alrededor.
Para dar voz a los “sin voz”, nombre a los “sin nombre”, caricias a los
“rechazados”, sustento a los carecen de ello… “Mucha gente pequeña, en lugares
pequeños, haciendo pequeñas cosas, pueden cambiar el Mundo” (proverbio
africano).
¿Cómo puedo ser Rey Mago? Cada uno encuentra su propia respuesta.
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