miércoles, 25 de mayo de 2011

EL ANIVERSARIO DE UNA DEUDA

"Es el único que se ocupaba de algo más que de sí mismo. Ésta es la clave del sentido de la vida; amar es preocuparse por otro... es sentirse responsable de otro" (El Principito -  Antoine de Saint-Exypery)


Camino las calles de Madrid, hoy es un día normal, otro día más, nada que le haga diferente a otro, quizá sólo que hoy es 25 de mayo, nada más.
Camino las calles repletas de gente, de tumultos de personas que no reparan con quién se cruzan, sólo agitan su paso para llegar pronto a su destino. No hay mayor soledad que encontrarse rodeada de gente y sentir que nadie se fija en ti, que nadie repara en ti.
Acostumbro a venir al Centro a rodearme de mareas de personas extrañas cuando necesito sentirme sola.
Sí, necesito sentirme sola, necesito pensar, recapacitar, situar mi vida, ubicarte a ti en ella; sobretodo hoy.  Me has dado tanto...
Hace ya casi cuatro años y aún lo siento como si no hubiera pasado el tiempo.
No sé cómo ocurrió. Yo tenía miedo, mucho miedo de encontrarme contigo, estaba pasando una época tan dura, tan difícil de afrontar en casi todos los aspectos de mi vida que no sabía si podría ubicarte en ella. Tenía la puerta casi cerrada y, sin saber cómo, me sentí viajando hacia ti. Ya no había vuelta atrás.
Y efectivamente, ya no hubo vuelta atrás. Me pusiste la vida patas arriba. Te has convertido en el motor que me hace soñar, que me hace luchar, que me hace continuar hacia adelante.
Te conocí y me mostraste cómo era: mis ilusiones, mis fortalezas, mis debilidades, mi sensibilidad, mis miedos, mi fe... Te conocí y te volviste indespensable en mi vida. Formas parte de ella.
Recuerdo tus noches estrelladas, el color intenso de los días, el cariño, la ternura, la sonrisa, la vitalidad, la esperanza... te recuerdo y se me para el tiempo. Creo que contigo volví a nacer. Me transformé. Ya no soy igual. La misma piel pero, distinta.
Qué extraño es todo desde entonces. Cada día te tengo presente, te siento y siento cada instante vivido. Me recorren los recuerdos y los sentimientos por la piel y me extremezco. Creo que tengo adicción a ti. Creo que me enamoré de ti.
Siento que desde entonces tengo una deuda contigo, una deuda que no podré saldar nunca y que me mantiene exclava. Tienes mi vida en tus manos, en tus ganas de gritar al mundo que existes, que estás ahí, que vives y tienes tantos secretos con los que deslumbrar... Yo sólo he descubierto una pequeña parte de ti y ya no puedo olvidarte...
Recuerdo como tarareaba en un abrazo ese "(...)volveré cuando la vida me recuerde tanto a ti, que no pueda dar ni un paso sin pensar en ti. Cuando ya no quede nada, más que aquello que dejé, volveré, sí volveré (...)". Se me escapan las lágrimas. Pareció ser una premonición. O quizá no, pero hoy estoy volviendo a tararearla y mi canto se vuelve promesa, esperanza. Se vuelve temor porque mi ilusión sea irreal y mis expectativas, humo.
Stop. Punto y aparte. No quiero humo en mis recuerdos ni en mi esperanza ni en mi alegría ni en mis sueños... no quiero humo en mi vida. En mi vida sólo quiero lo que has despertado en mí.
Continuo andando y cuando quiero darme cuenta te haces presente en otro momento, en otro tiempo, en otro lugar, con otras circunstancias... no puedo respirar, algo me anuda los pulmones. Serenidad. Sigue adelante.
¡Qué afortunada me siento! Bendigo el día en que te conocí, en que te cruzaste en mi camino, en que sembraste en mí, luz. Bendigo el día... bendigo el día de hoy.


No hay comentarios:

Publicar un comentario